Ventanas

Las agendas no me gustan. Pero luego sacó una libreta y una pluma; y mis letras que ya seguían el ritmo de los huecos de la calle, se amordazaron y ya no sé qué quisieron decir; sin sentido y mal hechas. Era inevitable espiar lo que haría con su pluma, y yo que no sé disimular y además no me esfuerzo.

Cuadrados, rectángulos. Ventanas. Y yo seguía con mi cuaderno en la mano, con el lapicero en la otra. En su libreta se estrella un ¿Qué pasa? y tanta gente. Ideas anclándose entre asientos verdes, miradas que se quedan pegadas en la suciedad de los vidrios; tantas, tantos. Y las seis ventanas. Pero ahí mismo quedé, en todos los sentidos.

Yo, con un cuaderno y un lapicero en las manos. Con ganas de escribir algo, arrancar la hoja, dejarla ahí, tomar el bolso y salir. Morirme de la risa mientras bajaba las gradas del bus.

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