Naufragio

Quería anochecer el padecimiento de la cola de los días,
pero mis manos son enredaderas lluviosas
y el tacto es alacrán para los talones de la noche,
es que mis pies son pantanos de nostalgias
que me zurcen a un susurro amordazado
y los labios tienen garras que agrietan la certeza,
es que mis ojos habitan veredas desoladas
y mi boca apenas dice más que el silencio.

Yo quería desterrar tantos dolores,
pero la soledad yace en mis vísceras,
y por eso era el sinsabor de una tregua que anunciaba tormentas.

Quería arrojar las turbulencias al desierto
pero como vagón hacia caminos que no nacen,
como animal volador que no se despega de los tejados
o como cantos de pétalos sin flor;
así naufrago en el abatimiento.

Yo quería secar mis desganos,
pero hasta las nubes hieren,
y todos mis pasos son a tientas:
apenas un arañazo a la oscuridad.

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