Fraudulento

Como si cayera un alud de somníferos sobre los relojes
o se oxidaran las tenazas de las horas,
como olvidar que el tiempo se marca en el cielo
y se destila para no tragar el pausado andar de un mes,
es como si el concreto se hubiera llenado de aletas de girasol
y entonces,
el cielo es un remolino inmóvil de estaciones,
los segundos acarician con pelaje de gato,
el desvelo es sólo un brazo de lo infinito de las tardes
y la única prontitud es cuando los verbos hormiguean.

Pero como trampa a la memoria,
cae con el espanto de sus alas,
entonces ya hay huracanes en los nervios de la voz,
vagones sin auxilio que caen a la demora
y que duelen en los refugios de lo que no está,
hay flores muertas al borde de las ausencias,
palabras etéreas ya hechas murmullo de oruga.

Ya hay un relámpago apuñalando al presente,
a los párpados y la boca oscurecida;
entonces ya el tiempo pasó,
ya hiere a las noches
y despunta los versos.

1 comentario:

Uno que mira dijo...

si frotando una lámpara o una piel alguien quisiera concederme tres deseos disparatados uno sería escribir así
los otros dos ya me los habría bebido.