De agujeros, se llenó el cielo,
cuando los errantes se descobijaban los ánimos,
cuando las paredes aún se secaban los húmedos cantos
cuando regresaba del entierro de las últimas lluvias:
los gatos le cerraban la boca a los túneles de olvido,
y arrancaba la desgracia que las flores llevaban por sombrero,
cuando apenas me llenaba los ojos de pinceles
y hería el cielo mientras un andén se quitaba el azul:
lanzando guiños a quien desterrara tristezas.
Cuando niñas dejaban de llorar por lo que aún no habían sido,
y la muerte de un setiembre se llenaba de medusas,
era entonces,
cuando un callejón secaba su memoria
y ponía sobre las espinas la dolencia de un pueblo,
las nacientes de quienes se gastaban al andar,
las tenazas con que los olores recuerdan
y los despojos de quien fui en otras lluvias.
Se desabotonaba los ojos, el cielo,
y se caía a pedazos de mar,
cuando apenas, dejaba de llover.
No hay comentarios:
Publicar un comentario