Karma

Tu olor,
sigue siendo como esas flores salvajes
que se pegan en la piel y en la ropa,
si te toco, me envuelve.

Mis palabras ya no son confesiones,
son respuestas a tus preguntas,
impulsos de mis labios.

Tus manos no son frutos divinos,
son de carne, como las mías.
Aquellos cuerpecillos misteriosos
son sólo extensiones de tus manos.

Y tu despedida
no es confusión y melancolía,
vos decís nos vemos luego
y yo digo adiós.

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