Cinco y diez

Su grito metálico encharca los rincones,
encuentra a los cobardes que huyen
del preludio de la tristeza.

Yo camino hacia las líneas,
veo las tardes que se suicidan entre vagones
y melancolías que se van derramando con su paso.

Se escucha como la ciudad se resquebraja
y su grito ahora es la viva voz
de un asiento que ocupa la ausencia.

2 comentarios:

Uno que mira dijo...

Si mis tardes tristes fueran una película y éste poema fuera una canción, lo eligiría sin dudar como banda sonora. Creo que voy a aprendérmelo para recitarlo por las aceras.

_ dijo...

a mí me encuentra (cobarde) que huyo
del preludio de la tristeza...
Me gustan cada vez más, certeros ademái