Amarilloazulado

Gusto por las noches
aunque ladren a los fantasmas,
por las lluvias casi perennes
aunque quiebren la luz,
por lo que parte con alas lastimeras
o el dolor que dolería más no tenerlo,
por lo amarilloazulado:
pasearse al filo de la hora doliente
y así el titubeo anímico,
dejarse bambolear por las tormentas
desde la cresta que supone un abismo,
o vagar en laberintos de olvido.

Es lo que se viene pintando
como la esperanza que da un susurro,
el entusiasmo en los talones: un camino,
un amanecer que no pende de luces
o una leve certeza de naves en las pupilas.
Lo mismo que en su cintura se va empalideciendo,
y es culpa de lo que irrumpe como rayo,
como catarata de incertidumbres,
como hormiguero de sombras.

Entonces la metamorfosis del color:
el anhelo con los labios menos rubios,
el declive de los presagios, de las treguas;
y emerge el desconsuelo,
como árbol pálido al final del camino:
frutos de derrota y soledad.
Y así, todo relámpago amarillo,
toda sonrisa tendida,
ha de terminar en un quejido oscuro,
en una mirada entrecortada,
en tejados que añoran otros tiempos,
en un pasillo triste, y azul.

1 comentario:

Rafael Caruzo dijo...

mae la verdad me costo digerir este poema... demasiado cargado... y yo soy muy lento...pero me gusto mucho... lo mas pishuo fue lo del rayo amarillo... los rayos siempre caen rapido... y me impacto!!