Tratando de ser exacta, pasé unas setenta y cinco veces más; antes de pasar la segunda vez. Llenísima de agua y de luces, era jueves. Fue entonces cuando me di cuenta que la calle no era simple asfalto con unas casas a los lados, un río sucio, un pintoresco anuncio, una combinación de curva y cuesta que podría provocar muchos accidentes. ¿Podría ser una calle un reflejo tan leal del estado anímico? ¿Cómo una calle puede ser así de triste? Y verla así de triste me condenó a pasar algunos minutos pensando en la primera vez que la vi. Algunos minutos seguidos, porque entre todos se completarian unas horas.
Pasé unas cincuenta veces más, y llego la tercera vez. La calle estaba seca y sin luces, era jueves. ¿Cómo una calle puede ser así de vacía? Pasé bastantes minutos pensando en la primera y en la segunda vez que la vi.
¡Tantas veces pasé por esa calle y he pasado sólo tres veces hasta ahora! Pasar por ahí es como cierto sonido que entra y rasguña por dentro, no sé, como esos estremecimientos que se deben de sentir en el corazón, y que yo los siento en el estomago.
1 comentario:
Esas calles que tanto disfrutamos, siempre es mejor observarlas desde el bus... así con el eco lejano de las conversaciones superfluas de los quejidos ajenos o de las teorías absurdas de cómo fue que pasó un choque que ven al pasar (y se levantan).. y todo lo demás afuera, el frio, la lluvia y los reflejos en los charcos que vamos a chapotear :D
Stiopa
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