Abejones


Vemos los momentos convertirse en una araña, una hormiga o una luciérnaga que un niño toma y encierra en un frasco, pone la tapa y lo guarda. Por unos días no olvida su nuevo tesoro; lleva el frasquito en las manos siempre, lo pone al lado de la cama antes de dormir y cada media hora golpea las paredes para asegurarse que aún vive. Pero como tantas cosas que dejan de importar, el frasco comienza a quedarse en una esquina. Se abandona como se abandona una canción, un libro o una taza sucia del desayuno en un cuarto deshabitado.

Hoy escuché una canción, y recordé cuando la descubrí. Pensaba en otras cosas que el tiempo fue convirtiendo en patas y alas hasta crear un abejón que guardó en un frasco sin tapa. Ahora nada más puedo recordarlo, como recuerdo cuando mi hermano tenía una familia de abejones en un frasco. Seguro que este instante será una palomilla necia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Abril florecía
frente a mi ventana.
Entre los jazmines
y las rosas blancas
de un balcón florido,
vi las dos hermanas.
La menor cosía,
la mayor hilaba ...
Entre los jazmines
y las rosas blancas,
la más pequeñita,
risueña y rosada
?su aguja en el aire?,
miró a mi ventana.

La mayor seguía
silenciosa y pálida,
el huso en su rueca
que el lino enroscaba.
Abril florecía
frente a mi ventana.

Una clara tarde
la mayor lloraba,
entre los jazmines
y las rosas blancas,
y ante el blanco lino
que en su rueca hilaba.
?¿Qué tienes ?le dije?
silenciosa pálida?
Señaló el vestido
que empezó la hermana.
En la negra túnica
la aguja brillaba;
sobre el velo blanco,
el dedal de plata.
Señaló a la tarde
de abril que soñaba,
mientras que se oía
tañer de campanas.
Y en la clara tarde
me enseñó sus lágrimas...
Abril florecía
frente a mi ventana.

Fue otro abril alegre
y otra tarde plácida.
El balcón florido
solitario estaba...
Ni la pequeñita
risueña y rosada,
ni la hermana triste,
silenciosa y pálida,
ni la negra túnica,
ni la toca blanca...
Tan sólo en el huso
el lino giraba
por mano invisible,
y en la oscura sala
la luna del limpio
espejo brillaba...
Entre los jazmines
y las rosas blancas
del balcón florido,
me miré en la clara
luna del espejo
que lejos soñaba...
Abril florecía
frente a mi ventana.

Uno que mira dijo...

Llegué desde Ars Moriendi.
Además de que los momentos se conviertan en araña, en hormiga o en luciérnaga; el tiempo se convierte en abejón cuando, por ejemplo, se le agolpa a uno, a una, el tiempo contra la ventana; o bien cuando de pronto, uno cree que anda con el tiempo a su favor y va y por accidente pierde el tiempo.
Lo descubrí en abril del 2007 y aquí está el texto que lo explica: http://hitzonzikeria.blogspot.com/search?q=series%C3%ADsimas+aseveraciones+sobre+el+tiempo