Calle y reflejos

La lluvia cae lentamente sobre el asfalto. Las luces de los carros, de las casas y de los anuncios se reflejan en el agua que se va acumulando en las aceras y en las calles. Ver esas luces tan quietas, apacibles y tristes mientras en la calle todo se mueve rápido, el bus avanza dejando atrás muchas de ellas y yo continuo buscando nuevas formas y tamaños, sentimientos y pensamientos. Pero yo no viajo en el bus ni al ritmo medianamente veloz con el que se mueve, yo me quedo en cada luz que se refleja en el suelo, me quedo bailando con esas gotas que caen lentamente, simplemente existiendo y siendo lo que son, sin pensar en lo que serán ni en lo que han sido, solamente existiendo en esa fracción de segundo, bailo con ellas para sentir lo mismo. Olvidando todo lo demás. Olvidando todo lo que podría pasar o no pasar; sin embargo, no hay momento en el que lo piense mas, talvez porque dejo de pensarlo y me convierto en ello.

La lluvia cae y todo continua. La gente camina, la gente corre, la gente siente, piensa, sufre y sonríe también. Pero la lluvia, las gotas, las luces tristes en las calles se mantienen y esa mezcla seguirá provocando esa sensación cada noche hasta que el sol llegue, evapore el agua y haga desvanecer las luces tristes que se reflejaban en la calle.

Es un misterio ver como una noche una calle puede verse tan alegre, tan hermosa, casi mágica, y unas cuantas noches después la misma calle se ve tan triste, nostálgica, casi asesina. ¿Por qué? Igual hay lluvia, voy en el mismo asiento y con una diferencia de dos horas. Pero la calle se ve distinta, ya no es la alegría de algo nuevo por descubrir, es la tristeza a la que nos lleva la incertidumbre de no saber que tanto se pueda descubrir... Es ese misterio en el que todos nos enredamos y nos sumergimos, como pequeñas gotas en un charco...

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