Piezas Nagarianas

I
Habrás de saber que a Nagaraí llegan muchachos en paracaídas hojístico, y muchachos-velero. Los muchachos hojísticos no vienen de árboles luminosos porque al caer en la tierra aplastan flores y caracoles, entonces es insoportable verlos con la risa boba de quien no sabe que lleva trozos de algo muerto en las botas.

Los muchachos-velero usan su piel para recorrer mares. Y fue a una deshora cuando vi un espejismo de estrella, un remolino de cantos. Fue a una deshora que mis manos se llenaron de constelaciones, entonces me di cuenta que un enjambre de luciérnagas dulces estaban sobrevolando el tiempo y a un muchacho-velero. ¿Recordás?

II
Vos estás, quizás del otro lado de Nagaraí o en otra isla. Pero de algún lugar me envías aviones de papel con desganos y sonrisas escritas con tinta de luna. A veces yo estoy surcando la oscuridad y un avión se clava en mi cabello, entonces nos volvemos domadores de animales nocturnos. Otras veces no tengo papel y te hago aviones con una membrana de poemas, pero esos susurros suelen quedarse prendidos de los faros y pocas veces aterrizan en tus ojos.

III
¿Te acordarías del día que te vi lleno de arrecifes y de caballos que se reían del tiempo? Creo que por esos días te había cosechado una mariposa para que te anclaras a su vuelo pero no querías esas caídas que aplastan flores y caracoles, así supe que hojístico no eras. Entonces pensé en construirte un puerto y así podríamos beber la luna a tragos, podríamos cazar universos o abrir manzanas que al morderlas nos llenen la boca de cohetes y risas. O podrías ayudarme a inventar palabras, porque ya ves, yo no sé cómo decirte que los puertos se vuelven tristes cuando los veleros son un fantasma, que los puertos no son para sentarse junto al mar y deshojar las horas.

2 comentarios:

Uno que mira dijo...

pero qué cosa tan bonita, qué piezas tan empezando a despedazarse.

David Duxcis dijo...

me encanto el tercero; ya puede seguir con esas piezas tan buenas...