Un poema para Luisa

Luisa no tuvo tierra para sembrar girasoles,
nubes, muchachos ni tomates.
Pero tuvo lluvia que arara sus costillas,
tuvo viento que le cosechara los ánimos
y un espejo que le mostró sus ojosjardín:
días que caen desde ramas ya carcomidas,
las telarañas en las fuentes,
el árbol con carne azul y lluviosa.

Luisa con un árbol triste en las pupilas,
con ramas sobrevolando su rostro,
con roída savia en sus venas,
con el árbol fatal e inevitable en sus ojos.

Luisa con su espalda sobre el tronco,
pensando en carreteras y relojes de arena,
en Ernesto que no tuvo boca tornasol,
que no encontró túneles ni luciérnagas,
ni ciudad como enredadera de encanto y temor,
en Ernesto que bebió los pétalos de un trago
y sus labios se volvieron amarillos
como flores o soles.
En Ernesto que no supo de nostalgias,
ni de constelaciones en las calles,
pero supo ver tres lunas en la misma vereda
y sus ojos fueron relámpago,
fueron danza de aguas selváticas,
fueron nebulosas verdes,
en Ernesto que supo hacer barrotes con la lluvia
y así retenerla en su boca.

Pero llegó esa hora en la que el jardín levanta sus alas,
esa hora en la que el árbol deja caer sus frutos azules
y son aves oscuras volando de los ojos a la boca de Luisa,
los parques brillan como si acabara de llover
entonces Ernesto se pierde a los pies de la madrugada
y Luisa no llena su estómago de estrellas y mariposas,
sino de la carne lluviosa que el árbol deja caer en su boca.

3 comentarios:

Alejandra Valverde Alfaro - Lya dijo...

yo solo puedo decir...más bien solo me da la gana de decir: ¡SUBLIME!

Luisa dijo...

Amo tu poema !

Jenaro dijo...

Joder... Que cosa tan pero tan hermosa... Me caló hondo, tal vez porque yo también tengo mi "Luisa", con un árbol triste en las púpilas (por cierto, ese verso me lo voy a robar :))