Cuando estemos muertos pensaré en la cobardía,
en los barcos que no construí,
pensaré que hay distancias más tristes que las carreteras
y que los puentes de nubes fueron nuestra peor mentira.

Cuando estemos muertos pensaré que siempre lo supe:
que cualquier cosa llegaría antes, mucho antes,
de que fuéramos valientes, de que fuéramos descomunales.

Cuando estemos muertos sabré que ya es tarde,
que el error no estaba en ser nostálgicos o fatalistas,
sino en haberle creído todas las mentiras al futuro que no llegó.