Seré bicicleta fúnebre
que reparte peces al desierto,
plantaré momias en tu cabeza
y araré tus males.
Me bastará tu piel de comején
para saber que mis versos son arcilla
pero no disparo ni papalote en tus tendones.
Tus dedos estarán llenos de mi insomnio
y dejaremos de creer en esperas
igual de tristes que pájaros en mis hombros.
El tiempo botará el sombrero y la flor,
tu voz será eco de nuestro vicio por el caos
y seremos la muñeca muerta que temimos ser.