Humo

Prefiero que las bancas sean nostalgias aladas que parten a otra memoria, antes que ver este pueblo con sus faros decaídos y sus calles que me miran como si fuera un desamparo del tiempo. Con algunas aseveraciones fatales, sé que no hay otro camino más que el lastimero de los poemas que antes no conocía y que lluvia a lluvia fueron encallando en mi tejado. Prefiero la ausencia, antes que tus labios sin arrugarse como quien anuncia un vuelo, tu boca sin fruncir es un espanto que ha llenado varias madrugadas de estrellas cadavéricas. Sin embargo, a veces extravío ese convencimiento, y la ausencia me parece más atroz que cualquier espanto tangible; entonces dejo caer los poemas que encharcan mi tejado, y espero que sea tanto el estruendo que llegue hasta tu puerta, como un soplido o una canción; y quizás así se te ocurra, por razones que no sabrás, llamarme.

Ala

Verás que de los árboles se caen las estrellas
y que llenan de luz tu tierra y tus pies,
o te darás cuenta que en las ramas dejé mis anhelos
y que son mis pupilas llenas de frío y paz.
Sabrás que hoy quisiera volver por ellas,
también por tu tierra y tus pies. Y tu voz.