Contraproducente

En las manos vos no traías una formula,
tampoco una dosis, fecha de vencimiento,
indicaciones ni efectos secundarios,
tu sustancia activa es un misterio
y no te vendés con la mentira del buen sabor.

Descubrir tu naturaleza
es mucho mas agradable
que descifrar el lenguaje farmacéutico.

Podrías ser una maravillosa droga,
un camino al éxtasis,
mi posible motivo de farmacodependencia.

Sin embargo,
tus besos no son la cura
para un corazón que se desgarró,
el amargo etílico se combina con tu saliva:
intoxicación.

Karma

Tu olor,
sigue siendo como esas flores salvajes
que se pegan en la piel y en la ropa,
si te toco, me envuelve.

Mis palabras ya no son confesiones,
son respuestas a tus preguntas,
impulsos de mis labios.

Tus manos no son frutos divinos,
son de carne, como las mías.
Aquellos cuerpecillos misteriosos
son sólo extensiones de tus manos.

Y tu despedida
no es confusión y melancolía,
vos decís nos vemos luego
y yo digo adiós.

De lluvia y ojos


...............................

..........................Ese olor
.................... olvidado inunda
.................. las planicies de mi
..............memoria y llega el vértigo
........... que se desborda por mis ojos
........¡Paraguas, paraguas para mis ojos!
.......Un aguacero de pretéritos me salpica
........los ruedos del pantalón y las gotitas
...........................tre
...........................pan
...........................por
...........................mis...nas
..............................pier.........
..........................................................................................
................................................................y como
............................................ bestia lluviosa
................................. me encharca
.....................la memoria

Desde adentro

Risas que se escurren por mi boca,
río con mi estomago, con mi voz,
con mis ojos, mis manos,
con mis pestañas y mi diástole,
hasta de mis uñas escucho carcajadas,
disfruto las cosquillas en mis intestinos
y desde adentro, me río.

Alguna risa se va silenciando
y no quedan ni ecos,
la ausencia de risas, también
duele desde adentro.

Ausente

Mínimos recuerdos de vos
van formando el epígrafe
de un poema que se intenta escribir.

Verbos que no se conjugaron,
adjetivos que se quedaron en espera,
versos que se deshacen con el frío:
un poema con costillas ausentes.

Un final que se desmorona cada noche
en una hoja blanca, apenas poblada
con un epígrafe empolvado.

Pasillo

Pone el talón y va dejando caer el peso del cuerpo hasta que pone los cinco dedos. El verbo caminar se le confunde con saltar: no avanza. Mueve los pies y sólo se sumerge en el vacío, ¿estará caminando hacia atrás y hacia el fondo?

Se vuelve mas oscuro y mas frío. El miedo aumenta en función de la distancia recorrida, pero sigue caminando a paso lento. Piensa en correr, pero si corre y no llega a ningún lugar entonces el miedo será inmenso y acabara por dejarse caer en medio de la nada. Camina. Lo piensa de nuevo, quiere correr. Piensa en apresurar el movimiento de sus pies: poner talones y dedos, poner talones y dedos. Entonces se lanza como si se lanzara al precipicio del absurdo, con los ojos cerrados y con los brazos estirados para seguir sintiendo la nada, que imagina poblada de figuras transparentes que se burlan y le punzan los nervios al verlo correr en un pasillo circular. Y quiere correr. Se lanza como corriendo tras la vida para talvez chocar directo con la muerte. Se lanza a correr con los brazos extendidos, y apenas sus pies se aceleran, se dispara su cuerpo y se le quiebran los brazos al dar con el más sólido de los vacíos.

Como una cabra


El mundo se volvió loco, pero loco de verdad.

Entonces lo que antes quería decir la palabra verde se comenzó a usar para describir el color de la sangre y en las esquinas se encontraban girasoles azules que parecían pequeños astros diurnos: las palabras no eran lo que antes fueron, y los gatos se hicieron llamar gusanos. Hablar se volvió complicadísimo, y mientras tanto un hombre que vivía en Turquía se fue a buscar a la Habana a una mujer que le juró lastima eterna. ¡Que libertinaje de significados!

Los libros dejaron de leerse. Se los comían como se come el queso, se atiborraban de exquisitos trozos de papel con olor a humedad, aunque por falta de dinero algunos tenían que tragar los que aun tenían el olor a tinta fresca.

La gente le iba a rezar a los santos de la nostalgia en rojos trenes, mientras las capillas ardían de tanto pecado. Y las calles, todos salían a arrastrarse para sentirlas con todo el cuerpo, ¡que hereje quien no se llenara de asfalto y de luces cada noche!

La gente dejó de ver noticias y leer periódicos, nadie se dio cuenta que el 7 de Abril el mundo salió del Psiquiátrico Espacial, nadie supo que había que volver a la normalidad, entonces el mundo siguió loco, pero loco de verdad.

Calles nocturnas

Hay que sentirlas.

Algunos dicen que surgieron por necesidad, y yo pienso igual. Es una necesidad verlas por las mañanas, cuando el sol evapora los restos de nostalgias que en las noches las embriagaron. Y sobre las calles y las nostalgias nocturnas hay mucho que decir y bastantísimo que sentir; eso de ver las luces como refugios resulta peligroso porque dan ganas de escalar hasta ellas y gritar que dejen de ser tan crueles, o que dejen de ser tan débiles y ya no lancen esos gemidos sordos que duelen a los transeúntes; o todo esto podría terminar en una sombría seducción y jugar a sentir las calles o dejar que las calles se sientan en el propio cuerpo. Esa invitación a descubrir los espacios en los que nunca nadie ha estado, los espacios que tantas veces han sido zapateados, los que prometen hacer de nuestro cuerpo una masa etérea, los que esconden la magia y hay que seducirlos para que entreguen un poco cada noche. Hay que dejarse encantar por ellas y dejar que se encanten con nuestros pasos, sólo así las andanzas serán música, serán colores, serán emociones, serán calles palpitantes.

Pasarán las horas y terminaremos confundidos con gatos que se cuelan en camaleónicos callejones...